¿CORRESPONSABILIZAMOS?, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 25 de marzo de 2018

Se viene hablando mucho de conciliación. Sin ir más lejos, Naciones Unidas le dedica un día del año, el 23 de marzo.

Este pasado jueves, de nuevo los periódicos y los medios de comunicación audiovisual, así como las Redes Sociales, se hacían eco de la necesidad real de la conjugación del verbo conciliar.



Pero más que conciliación, es decir cuadrar empleo y cuidados, yo me aventuro a dar un paso más y hablar de corresponsabilidad.



Y lo hago porque la sociedad actual requiere de la plena participación de géneros en todos los ámbitos de la vida: laboral, social, política, familiar, etc. Más aún en épocas como ésta, donde la realidad avalada por los datos que lo confirman, muestra que existen grandes diferencias de participación entre mujeres y hombres que derivan en efectos negativos para el conjunto de la sociedad.

Los desequilibrios en el ámbito laboral, familiar y personal se están convirtiendo en una preocupación pública con importantes retos de carácter demográfico, social, económico y cultural.


Es en este contexto donde se desarrolla el concepto de conciliación responsable o corresponsabilidad, y lo hace presentándose como una estrategia de cambio que implica a todos los agentes sociales para la construcción de una sociedad donde prime un reparto equilibrado de responsabilidades que asegure la participación, en condiciones de igualdad, de todas las personas que la integran.

Con los últimos datos publicados de 2016, siguen siendo las mujeres trabajadoras las que más horas dedican a las tareas el hogar, 4 horas y 7 minutos, frente a las escasas 2 horas de un hombre.

En ese mismo año, un 93,32% de las personas que solicitaron excedencias por el cuidado de los hijos eran mujeres, también lo eran el 84,58% de quienes solicitaron una excedencia por cuidado de familiares.

La familia es cosa de todos, no solo de unos cuantos; como también es cosa de todos y cada uno de nosotros el ir haciendo pequeños cambios en los “micromachismos”, que seguimos viviendo todos los días en nuestro pequeño mundo, solamente así será posible cambiar el mundo al completo.


Soy consciente que cambiar cabezas, en cuanto a mentalidades, no es fácil, ni tampoco cuestión de una generación. 

Sin ir más lejos, seguimos acatando uno de los ejemplos de las prácticas machistas más obsoletas, y en el que muchas mujeres se regodean presentándose como las que mandan, el matriarcado. A ver, mandamos en dónde, ¿en casa?, ¿en el cuidado de los miembros de la familia?




Quizá yo sea muy revolucionaria y poco conformista, que lo soy y lo asumo, pero ese invento de los “machotes” a lo monarca despótico ilustrado, a través de esa práctica de condescendencia paternalista, nunca fue conmigo.


Me hierve la sangre cuando algunas mujeres se sienten más que orgullosas de mandar en casa y en la familia porque así se lo hacen creer esos “machotes”. Y si ellas así lo quieren perfecto, que puedan elegir en libertad, eso es igualdad, el hacerlo por convencimiento y porque les apetece. Lo que no soporto es el “todo para las mujeres, pero sin ellas”, que se encuentra en la letra pequeña de muchas, pero que muchas intenciones. Por ahí no paso.


Quizá pueda estar equivocada, pero yo quiero más: al menos a eso aspiro, y al igual que para mí lo deseo para muchas mujeres que aún están sometidas al yugo del paternalismo.

En definitiva, hay que seguir avanzando en la materialización de la igualdad de derechos de género, y esto ya trasciende a personas individuales que, aunque tenemos mucho que decir, hacer y aportar, deben ser los distintos sectores de la sociedad, los agentes sociales y los gobiernos los que tomen parte decidida en este asunto a través de medidas específicas en educación y empleo.

Porque no se si ustedes saben que, España obtendría 110.000 millones de euros adicionales (8 puntos porcentuales) en el PIB de 2025 si se acelera el paso hacia la diversidad de género.

Porque no se si ustedes saben que, si se incorporase todo el talento femenino a las empresas o al emprendimiento, supondría un aumento de más de 156.000 millones de euros del PIB de España, cifra suficiente para hacer frente al pago de las pensiones de los españoles, que en 2017 supuso un coste de 139.647 millones de euros.

Es imprescindible romper con los estereotipos, micromachismos y mitos que siguen pesando y obstaculizando el camino hacia la igualdad real. 

De sobra las féminas hemos demostrado que podemos, que valemos y que queremos opinar, contar y decidir. 

La presencia femenina es muy necesaria en todas las esferas de la sociedad, pero para conseguirlo necesitamos de la ayuda, de la cooperación, del apoyo y del compromiso de los miembros de la unidad familiar, de esa misma sociedad, de los agentes sociales, y especialmente de los gobiernos. 



Solo así será efectivo, y aprovecho esta columna de opinión lanzando un reto, ¿corresponsabilizamos?

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